domingo, 17 de junio de 2012

UN CUENTO LLENO de LUZ

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   En la página de LUIS PANIAGUA buscando en 'Curiosidades', dí con esta joyita. Un cuento que me pareció realmente hermoso. Se lo tomo prestado... aunque a veces dudo de qué puedo tomar prestado...  y te lo dejo a vos para que lo disfrutes tanto o más de lo que lo he disfrutado. Se titula:


UN CUENTO LLENO de LUZ

Un anciano en su lecho de muerte llamó a sus tres hijos y les dijo:
--No puedo dividir en tres lo que poseo, 
eso dejaría muy pocos bienes a cada uno de vosotros. 
He decidido dar todo lo que tengo, como herencia, 
al que se muestre más hábil y más inteligente. 
Dicho de otra forma, a mi mejor hijo. 
He dejado encima de la mesa una moneda para cada uno de vosotros. 
Cogedla. El que compre con esa moneda algo con lo que llenar la casa, 
se quedará con todo.

Se fueron.

El primero compró paja, pero sólo pudo llenar la mitad de la casa.

El segundo compró sacos de plumas, 
pero no pudo llenar la casa mucho más que el anterior.

El tercer hijo -que consiguió la herencia- sólo compró una vela, 
esperó a la noche, la encendió y llenó la casa de luz. 

in lack'ech
He visto que este cuento se encuentra en muchas páginas y aparentemente es un cuento etíope de autor desconocido, seguramente como tantos otros, pasado de oreja a oreja.
Y me recuerda que con una vela
con una única vela no sólo podemos iluminar 
todo el lugar donde se encuentra, 
permitiendo que la oscuridad se aleje, 
sino que podemos encender montones de ellas. 
Y que a su vez cada una de estas últimas, puede encender muchas más... 
y así hasta que todas brillen por su propia luz. 
Es mi deseo que en esta época que estamos viviendo,  
época que elegimos vivir,
podamos ayudarnos a encender esa vela 
que ilumine nuestra alma, para que 'la veamos' y de una vez por todas decidamos escucharla y ponernos a 'Su Servicio' siguiendo sus impulsos.
Y utilizo la palabra 'ayudarnos', porque el trabajo 
lo tenemos que hacer cada uno... 
nadie puede lograrlo así porque sí, 
a nadie se le regala nada en el Camino hacia El Padre. 
Cada uno tiene que seguir su senda, 
llevando en su mano en alto esa LUZ que siempre lo guiará.  
Nadie puede mirar una luz por otro.
 Nadie puede saborear una fruta por otro. 
La experiencia es totalmente personal.
Ho'oponopono.
LUZ 
In lack'ech

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