PENSAMIENTOS, SENTIMIENTOS, EMOCIONES Y CREENCIAS.
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La ciencia está ahora comenzando a decirnos en su lenguaje, lo que las antiguas tradiciones orientales nos mostraron a su manera, inclusive en textos y documentos que vemos como referencia, para precisar cómo funcionan estos principios. La pregunta es ¿Cómo los aplicamos en nuestras vidas? ¿Cómo los volvemos funcionales en la relación entre pensamientos, sentimientos y emociones dentro de nuestros cuerpos y lo que sucede en el mundo alrededor nuestro?
Tal vez deberíamos empezar definiendo qué son los pensamientos, emociones y sentimientos… Recuerdo haber tenido una conversación con mi madre muchas veces, en donde ella siempre me decía que creía que emociones y sentimientos eran la misma cosa… y aunque estén muy relacionados entre sí, hay una diferencia. Así que si pensamos en la lámina...
ALEX GREY - Sistema de Energía Psíquica, 1984, Acrílico 84 x 86 pulgadas. Foto: http://tor-teespicante.blogspot.com.ar |
Si miramos la lámina antigua de los centros de energía en nuestros cuerpos, chakras, vemos que los tres centros inferiores están asociados a lo que llamamos el poder de las emociones humanas. Y en la antigüedad decían que sólo podemos percibir dos emociones primarias, las cuales son el amor y lo que creamos es su opuesto, cualquiera creas que éste sea. Pensamos que puede ser el miedo, odio… y cuando sigues investigando en las tradiciones, encuentras que en realidad, estas son las dos polaridades de una misma fuerza.
YIN-YANG: Dos polaridades de una misma fuerza. Foto: http://wallpaperlovers.info/wallpapers |
Así que en estos centros inferiores del poder de la emoción, tenemos dos experiencias primarias: el amor y lo que creamos es lo opuesto al amor. Éste es un poder, una fuerza que nos guía en esta vida, que derriba las barreras, los muros que permanecen entre nosotros y los asuntos que permanecen presentes en nuestras vidas. Sin embargo, las emociones deben ser enfocadas. Si piensas en ese poder que conoce la gente cuando vive estrictamente en sus emociones. Ya sabe, nuestras vidas algunas veces pueden ser ligeramente caóticas… Las emociones necesitan ser enfocadas. Ahí es cuando el poder del pensamiento lógico aparece y está asociado a los centros energéticos superiores del cuerpo. El pensamiento es el que enfoca o da dirección a las emociones, por ejemplo, tenemos un pensamiento sobre algo, un día lluvioso afuera, y en ese pensamiento volcamos, sentimos el poder de la emoción, ya sea de amor por ese día lluvioso o de miedo a lo que la lluvia puede traer. Y al conectar el poder de la emoción con la dirección del pensamiento, virtualmente creamos un sentimiento. Por lo tanto un sentimiento, por definición, es la unión entre la emoción y el pensamiento.
Y un centro energético lo suficientemente interesante, al que no hemos hecho referencia dentro de todos los otros sistemas, que ha permanecido sin uso en estos sistemas antiguos es el centro del corazón y este centro está dedicado al poder del sentimiento, sentimos en nuestros corazones. Así que el sentimiento que sentimos en nuestro corazón, es el lenguaje que le habla a este campo que la ciencia occidental está comenzando a comprender mediante estos experimentos.
Es el poder del sentimiento humano, el lenguaje que abre la puerta a las posibilidades de lo que creamos en nuestro mundo.
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Los científicos de estos días piensan que este campo es tan nuevo, la idea es tan nueva, que no se ponen aún de acuerdo en usar un único nombre: algunos lo llaman “El Holograma Cuántico” , otros “La Mente de la Naturaleza” como lo hizo el Dr. Ed Mitchel, astronauta de la NASA que pisó la luna. La Mente de la Naturaleza. Científicos como Stephen Hopkins lo llaman “La Mente de Dios” y por más variados que parecerían ser los nombres, todos hablan del mismo campo, al que describen como una red que existe y subyace en la tela del Universo y conecta toda la existencia. Y desde esa tela, desde esta red, nos comunicamos mediante los sentimientos en nuestros cuerpos, mediante los sentimientos en nuestro corazón.
Existen tradiciones antiguas que no sólo reconocen esta relación, sino que van un paso más allá y nos dejan instrucciones precisas en términos de cómo aplicar este conocimiento en nuestras vidas. A finales de los 80, yo era un ingeniero trabajando en defensa para una corporación aeroespacial y comencé a explorar en estos conceptos como un ingeniero, mirando el mundo que me rodeaba para comprender la historia de los que nos precedieron. Y pensar que esta búsqueda me llevó a los más fantásticos viajes, me llevó a varios de los lugares más maravillosos del mundo, desde los templos de Egipto a los Andes bolivianos, por Perú, India, Nepal, Tíbet y la India Central y a todos los desiertos del suroeste norteamericano, buscando información que nos ayude a entender cómo relacionarnos con el mundo, cómo podemos usar este poder de los sentimientos, este poder para comunicarnos en el lenguaje con el mundo que nos rodea.
Así que cuando comencé a estudiar los principios que se utilizaban en la antigüedad para conectarse con el mundo, la información que ellos dejaron y que no pudimos entender de su relación con el mundo alrededor nuestro, encontré que esa tecnología antigua es la que hoy llamamos plegarias o rezos. Mi creencia fue que esta clase de información se preservó mejor en los lugares menos perturbados por la civilización occidental. Y esto me llevó en una travesía, por primera vez en 1998, a las alturas de la China central; al Tibet, donde tuve la oportunidad de pasar por doce monasterios y de poder hablar mediante un traductor, con aquellos que actualmente viven sus vidas mediante estos principios. Esto es lo valioso de ir al Tibet, una cultura viviente. Podemos ir a los templos en Egipto y a los templos Mayas, y por fascinantes que sean las culturas que dejaron esa información, ya no están aquí físicamente, lo que nos lleva a especular sobre lo que nos querían decir con la información que dejaron. Pero al ir a un monasterio en Tíbet, podemos hablar con la gente que está ahí, podemos preguntarles, cuando efectúan sus plegarias en el exterior ¿Qué ocurre dentro tuyo? ¿Qué pasa? ¿Qué sientes? ¿Qué piensas, qué notas? Fue en Tibet cuando tuve la oportunidad de preguntarle a un abad de un monasterio mediante un traductor, lo mismo que le había preguntado a todas las monjas y monjes. Y sus respuestas fueron tan claras… para mí.
Existen tradiciones antiguas que no sólo reconocen esta relación, sino que van un paso más allá y nos dejan instrucciones precisas en términos de cómo aplicar este conocimiento en nuestras vidas. A finales de los 80, yo era un ingeniero trabajando en defensa para una corporación aeroespacial y comencé a explorar en estos conceptos como un ingeniero, mirando el mundo que me rodeaba para comprender la historia de los que nos precedieron. Y pensar que esta búsqueda me llevó a los más fantásticos viajes, me llevó a varios de los lugares más maravillosos del mundo, desde los templos de Egipto a los Andes bolivianos, por Perú, India, Nepal, Tíbet y la India Central y a todos los desiertos del suroeste norteamericano, buscando información que nos ayude a entender cómo relacionarnos con el mundo, cómo podemos usar este poder de los sentimientos, este poder para comunicarnos en el lenguaje con el mundo que nos rodea.
Así que cuando comencé a estudiar los principios que se utilizaban en la antigüedad para conectarse con el mundo, la información que ellos dejaron y que no pudimos entender de su relación con el mundo alrededor nuestro, encontré que esa tecnología antigua es la que hoy llamamos plegarias o rezos. Mi creencia fue que esta clase de información se preservó mejor en los lugares menos perturbados por la civilización occidental. Y esto me llevó en una travesía, por primera vez en 1998, a las alturas de la China central; al Tibet, donde tuve la oportunidad de pasar por doce monasterios y de poder hablar mediante un traductor, con aquellos que actualmente viven sus vidas mediante estos principios. Esto es lo valioso de ir al Tibet, una cultura viviente. Podemos ir a los templos en Egipto y a los templos Mayas, y por fascinantes que sean las culturas que dejaron esa información, ya no están aquí físicamente, lo que nos lleva a especular sobre lo que nos querían decir con la información que dejaron. Pero al ir a un monasterio en Tíbet, podemos hablar con la gente que está ahí, podemos preguntarles, cuando efectúan sus plegarias en el exterior ¿Qué ocurre dentro tuyo? ¿Qué pasa? ¿Qué sientes? ¿Qué piensas, qué notas? Fue en Tibet cuando tuve la oportunidad de preguntarle a un abad de un monasterio mediante un traductor, lo mismo que le había preguntado a todas las monjas y monjes. Y sus respuestas fueron tan claras… para mí.
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Y pregunté: Cuando veo tus plegarias durante doce, catorce, dieciséis horas diarias, cuando te veo hacer estos mudras, mantrams, tocas el gong y las campanas, y los cantos en tus oraciones durante tanto tiempo, en el exterior. ¿Qué haces en tu interior, qué pasa dentro tuyo? Y el abad me mira y… me gustaría pensar que se reía conmigo y no de mí… porque me contestó, usando de nuevo el traductor: "Nunca ves nuestro rezo, porque las plegarias no pueden observarse… lo que tú ves son las cosas que nosotros hacemos para crear el sentimiento en nuestros cuerpos… y el sentimiento es la plegaria…" Y él me preguntó a mí: "¿Cómo lo hacen en tu cultura?" Y me puse a pensar sobre la forma de nuestras plegarias en nuestra cultura hoy día. Perdimos los textos que describen cómo el poder de las emociones y los sentimientos son realmente el lenguaje que nos conecta con el Universo y la creación alrededor nuestro. Comenzamos a creer que las plegarias eran las palabras, que si repites las palabras correctas, el número correcto de veces, el día correcto del año, el momento justo del día… estamos rezando… sin tener en cuenta la intención que debería haber en la plegaria- Y sabemos que hay una modalidad en la plegaria que está más allá de la mera, de la simple ofrenda de las palabras que repetimos.
LAS CINCO FORMAS DE LA PLEGARIA
SHIZUKO en oración |
El primero es llamado “oración coloquial o informal”. Tengo un amigo en el área de la Bahía de San Francisco, que dice una oración informal de vuelta a casa del trabajo, cada viernes, en la ruta: ”Amado Dios, si me dejar llegar a la estación de servicio antes de que se termine el tanque, nunca más dejaré que mi tanque se vacíe de nuevo.” Lo cual sería una plegaria informal para Dios.
El segundo modo de rezar, es el llamado “oración peticionaria”, donde efectuamos un pedido a los Poderes, una petición a Dios o a los Ángeles. "Querido Dios, reclamo el derecho de sanar y ser sanado ahora, en cualquier manifestación en el presente, pasado o futuro." Esa sería una clase de oración peticionaria.
El tercer modo de oración es la “oración ritualística”, llena de alabanzas “Dios es grande, Dios es bueno…”
Y el cuarto es la "oración en donde no hay palabras", sólo una oración meditativa en la que nos volvemos conscientes del momento presente y del silencio. Algunos disienten sobre si éste es o no un modo típico de oración. Sí, los investigadores occidentales piensan que ésta es una plegaria típica en el mundo de hoy.
Si bien estos cuatro métodos definen casi todas nuestras metodologías de oración, hay otro método de oración, un quinto, que no está descrito en estas modalidades y es precisamente el método que el abad nos describió en el Tíbet. Él describía un modo de "oración basada en el sentimiento", y nos decía que debíamos “sentir el sentimiento” como si la oración ya hubiera sido respondida y en ese sentimiento le hablamos a las fuerzas de la creación permitiéndole al mundo respondernos, permitiéndole a este campo holográfico, a esta Mente de Dios, respondernos en relación al sentimiento en nuestros corazones. Este modo de oración, se diferencia de una petición donde nos sentimos impotentes en una situación… “Por favor Dios, danos paz en el mundo”
Si bien estos cuatro métodos definen casi todas nuestras metodologías de oración, hay otro método de oración, un quinto, que no está descrito en estas modalidades y es precisamente el método que el abad nos describió en el Tíbet. Él describía un modo de "oración basada en el sentimiento", y nos decía que debíamos “sentir el sentimiento” como si la oración ya hubiera sido respondida y en ese sentimiento le hablamos a las fuerzas de la creación permitiéndole al mundo respondernos, permitiéndole a este campo holográfico, a esta Mente de Dios, respondernos en relación al sentimiento en nuestros corazones. Este modo de oración, se diferencia de una petición donde nos sentimos impotentes en una situación… “Por favor Dios, danos paz en el mundo”
Este método de plegaria nos invita a que nos sintamos como si participáramos de esa paz, tal como lo sugiriera John Wheeler, que si somos parte de lo que vemos, que si sentimos paz en nuestro mundo, o la salud en nuestros amados, estamos dándole poder al sentimiento para que nos responda como un espejo, dando vida a esos cambios en nuestras vidas, en nuestro mundo. Esto es precisamente lo que el Abad nos decía en el monasterio del Tíbet.
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Foto: Ruinas de Anasazi-Canyonlands National Park, Utah, EE.UU_ es.123rf.com |
“No, porque si rezamos PARA que llueva, no va a llover..” Porque en el momento en que rezas PARA que algo ocurra, estás sintiendo que no existe en ese momento.”
Y me quedé pensando en lo que me dijo, porque tuvo mucho sentido. Si yo digo: “Dios, que haya paz en el mundo” lo que estoy diciendo es que en ese momento la paz no está ahí, y lo que estoy haciendo es proyectar justo lo contrario de lo que mi plegaria trataba de cambiar. Así que le pregunto a mi amigo: “Si no pediste por lluvia, qué fue lo que hiciste? Qué ocurrió cuando cerraste los ojos?” Él se dio la vuelta hacia mí por segundos y me respondió lo siguiente:
“Cuando cierro los ojos, comienzo a evocar ese sentimiento de cómo se siente la lluvia en nuestro pueblo… y recuerdo cómo huele el olor del aire a tierra mojada en las paredes de nuestras casas y logro sentir cómo mis pies se mojan y se entierran en el lodo y hay mucho lodo porque está lloviendo mucho. Y de esa manera abro la posibilidad de traer lluvia a nuestro mundo.”
Me quedé pensando mucho en el mecanismo de esta plegaria. Luego esa tarde algo increíble ocurrió, estaba mirando el mapa metereológico, que había estado sin nubes por mucho tiempo y de repente cambió, y veía que los sistemas de alta presión se movían por Utah y de repente había una depresión por Colorado y el norte de Nuevo México. E hizo una vuelta en U para volver a subir. Y tuvimos lluvia esa noche, que siguió por varios días, así que llamé a mi amigo y le dije: “Ha llovido un montón, los ríos están desbordados, los caminos anegados. Qué ocurrió?” Y él quedó en silencio un segundo y me contestó:
“Eso es parte de la plegaria, no puedo explicar con certeza qué es lo que sucede.”Así que no tengo manera de validar científicamente que mi amigo o su plegaria tuvieran que ver con la lluvia, pero la correlación es muy alta… vemos esta correlación tantas veces que sabemos que hay un efecto.
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Y realizaron este experimento una y otra vez a tal punto, que el efecto pudo ser medido y aplicado en otros experimentos mayores, documentados en el Journal Conflict Resolution, en 1988. Este experimento fue llamado “Proyecto Internacional de Paz en Medio Oriente”. Lo que ocurrió fue que durante la guerra entre Israel y el Líbano, a principio de los 80, como resultado de estos estudios previos, se entrenó a personas para que sientan ese sentimiento de paz en varias localidades de Israel y el Líbano. Y durante el tiempo que los investigadores llamaron “la ventana” , la ventana de la plegaria, mientras estas personas evocaban ese sentimiento, sentimiento de paz en sus corazones, las actividades terroristas bajaron a cero, los crímenes contra otras personas bajaban, la actividad en hospitales bajaba. Y realizaron este experimento en varios momentos del día, diferentes días de la semana, para asegurarse de que no se debía a semanas, o a los fines de semana, o los días festivos, incluso diferentes días del mes en diferentes meses para verificar incluso, que no tuviera que ver el ciclo lunar. Y cuando culminó el experimento, lo encontrado, aunque no supieran precisamente por qué ocurre este efecto, y la forma en la que pasó, se supo que las correlaciones eran tan altas, tan altas, que cuando un cierto número de personas comienzan a sentir esta paz o el sentimiento de sanación en sus cuerpos, el efecto se desplaza dentro de la comunidad más allá del espacio físico donde se encuentran estas personas. Y es tan preciso lo que sabemos, que las estadísticas nos ayudaron a determinar el número exacto de personas que se requieren para disparar esa clase de efecto, para que se ponga en movimiento. Así que les daré la fórmula obtenida y describiré su significado. El efecto se comienza a notar cuando un cierto número de gente participa, y esa mínima cantidad de personas es la raíz cuadrada del 1% de la totalidad de la comunidad. ¿Qué significa esto? Si tienes una ciudad de un millón de habitantes, tomas el 1% de un millón y luego calculas la raíz cuadrada de lo que sea 1% y ese resultado nos dirá cuántas personas son necesarias para generar el efecto. Obviamente, cuanto mayor sea el número de participantes, mayor será el efecto. Para una ciudad de un millón de habitantes, la cantidad mínima de participantes es sólo de cien. En un mundo de 6.000 millones de habitantes el resultado del 1% de la raíz cuadrada es sólo 8.000 personas. De acuerdo a estos estudios, 8,000 personas son las que se requieren que sientan simultáneamente este sentimiento de paz en sus corazones para generar o disparar ese movimiento de la consciencia, simultánea con este campo como lo conocemos hoy en día, para que así, a través de este campo, la paz se sienta en todo el mundo.
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